
Hoy en día, el término de “limpieza energética” es reconocido por todos, básicamente. Se ha vuelto una práctica de moda, basta con buscar en internet o pasar por una biblioteca esotérica y conseguir alguno de los tantos libros que se publican de introducción a la brujería y prácticas mágicas, para aplicar algunas técnicas de limpieza. Pero yendo a la realidad profunda, las limpiezas energéticas fueron costumbres milenarias que se practicaron en diferentes culturas desde hace miles de años.
Chamanes y guías espirituales de cada comunidad, con grandes conocimientos sobre las energías y los espíritus, grandes conocedores también de las propiedades energéticas benéficas que nos brinda la naturaleza y de lo divino, realizaban estas prácticas en favor de su pueblo. Que a nosotros llegue parte de este conocimiento, es lo que nos prepara para poder realizar una limpieza efectiva.
Tampoco necesitamos instrucción de años en el campo espiritual, muchos llevamos dentro ese poder de transmutación, de hecho, es una memoria antigua que está en nuestro colectivo y se eleva en nosotros porque la tierra atraviesa un proceso de vibración que automáticamente eleva nuestra energía.
Muchas veces percibimos, al entrar a un lugar, o tener determinado objeto, sensación de desagrado, nos sentimos incomodos, nos da frío, tristeza, mal humor, sentimos que nos queremos ir o no queremos tener ese objeto a la vista o en nuestras manos. Ese es nuestro radar interno de que ese ambiente o cosa está cargado con energías bajas, que puede hacernos daño. Y cuando no tenemos más opción que estar allí, o queremos ayudar a quienes permanecen, para cambiar ese aire, debemos purificar las energías. De eso se trata la limpieza energética. A continuación veremos técnicas de medición, de preparación, de limpieza, propiedades de los elementos a utilizar y posterior protección, para lograr una purgación exitosa y mejorar así la calidad de vida de quienes nos rodean y de nosotros mismos.
