El fuego ha sido usado por el hombre desde los albores del tiempo, en la antigua Persia, existían los guardianes del fuego, los magos, que debían conservar perpetuamente encendida la llama sagrada. Este hecho es muy común en diversas civilizaciones; de hecho, en todas las religiones se usa el fuego como elemento para potenciar una oración, meditar o elaborar un ritual. Así pues, en la magia, es uno de los elementos principales. La manera más común de usarlo es mediante las velas.

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La palabra vela, cirio, o candela proviene del latín candere, que significa brillar. Y su uso más común es iluminar, tanto el exterior como nuestro interior. Nos inducen al recogimiento y a mirar dentro de nosotros.

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El uso del fuego en los rituales es tan antiguo como su descubrimiento, nos lleva a la protección, al calor, a relajarnos y a la retrospección.

Existen infinidad de rituales con velas, el más simple es encender una vela blanca cada día hasta que se cumpla nuestro anhelo. Pero, en general, es muy importante el día y el color para darle más fuerza y, si se le añade el sello y se la ritualiza su fuerza se multiplica, tal y cómo hacemos con nuestras velas preparadas y consagradas.

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Las velas han arrojado una luz en el camino del hombre; bien utilizadas logran limpiar ambientes, movilizar la energía hacia los distintos aspectos de la vida (Amor, trabajo, salud, espiritualidad y fuerza interior).

En las velas todo es mágico, solo con encenderlas nos sentimos en un momento especial, las velas que encendemos para la meditación, la oración o un ritual es una valiosa herramienta energética.

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Las velas tienen encerrada una magia especial que vuelve mucho más poderoso el ritual porque representan la iluminación, la vida y la fuerza de los cuatro elementos de la naturaleza y además abren caminos.